Seguramente, nunca un regalo de cumpleaños había sido más acertado en toda la historia de la humanidad. Y es que poder disfrutar en un aforo reducido de un concierto de Mariona Aupí es un lujo y un camino para llegar a la felicidad de lo más hermoso.
Ya nos pusimos nerviosos cuando estábamos llegando al lugar de la actuación, l'Església Nova de Sant Carles de la Rápita y la vimos caminando en dirección a la misma con esa elegancia innata que la caracteriza. Podríamos decir que fué el primer momento fan de la tarde.
Mariona es como su música, absolutamente bella y misteriosa, y con ello salió al escenario y desde el primer segundo hipnotizó con su voz y su magia a todos los asistentes, armada tanto de timidez como de picardía, mostrándonos también un punto de despiste encantador que suplió con sonrisas sinceras a los asistentes.
Aunque fuera un concierto con horario limitado, nos hizo viajar a los tiempos de Fang con interpretaciones espectaculares como la de Agua y Sal; visitó escuetamente Le Monde con Maniobras Surrealistas y la arrebatadora Dame Los Labios, y versionó de un modo magistral (y de paso me lo descubrió) a Facundo Cabral y su No Soy De Aquí, Ni Soy De Allá, con un mensaje que seguramente deberían / deberíamos aplicarnos muchos.
Pero cuando demostró actitud y valentía por encima de cualquier otra cosa fué cuando dijo que basaría su repertorio de esa noche en canciones que todavía siguen inéditas, algo que con el bagaje cultural de estas zonas (el Eufónic es un oasis en el desierto) era jugársela a una carta.
Todas ellas seguramente formarán parte de un próximo disco entera o parcialmente en catalán. Así pudimos disfrutar de piezas dotadas de una emoción absoluta como la que os mostramos en el vídeo que acompaña esta crónica, Molsa, canción que ella mismo explicó que habla de humedades (cada uno que interprete lo que quiera), y que decidí grabar en su segundo intento.
Todas ellas seguramente formarán parte de un próximo disco entera o parcialmente en catalán. Así pudimos disfrutar de piezas dotadas de una emoción absoluta como la que os mostramos en el vídeo que acompaña esta crónica, Molsa, canción que ella mismo explicó que habla de humedades (cada uno que interprete lo que quiera), y que decidí grabar en su segundo intento.
Si me hubieran dicho ese 1997 cuando me enamoré de la música de Fang en los vídeos de Sputnik, del que tengo seguramente en vhs el concierto de ese mismo año en el Mercat de Música Viva de Vic, que nada más terminar el concierto podríamos hablar con ella, temblando como hojas, y que nos recibiera con tanto cariño y dulzura, os aseguro que no me lo hubiera creído. De ese momento tengo el cd de Le Monde firmado de su puño y letra y eso pasó a ser desde ese mismo momento joya de la corona. Debería ser obligatorio por ley que el universo entero conociera su música y la pudiera ver en directo. Durante una hora fuí feliz...
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