Hasta la fecha, díria que salvo el recopilatorio Los Amigos De Los Animales, con colaboraciones del calibre de Christina Rosenvinge, Iván Ferreiro o Carlos Tarque, ya fuera por estúpidos "que dirán" tan de adolescente (que ya no soy ni por asomo), o porque simplemente no me llegaban en exceso las canciones no había escuchado un disco entero de Pereza. A pesar de eso, me gustan bastantes de ellas.
Fué a raiz del cd de covers de la web, cuando Urii Arias aporto su visión de Mi Tripa cuando una de las canciones de Leiva me dió en la mía y de qué modo.
Dicho esto, que no es ninguna disculpa por decir que no odio este disco lo más mínimo, es que este chaval cuando quiere hace canciones enormes, llenas de nocturnidad y alevosía de esa que todos hemos vivido y no somos capaces de expresar.
A pesar de las referencias de un colchonero al Real Madrid ("la magia te quema los huesos, septiembre del 92, te leo en los sucesos, "El Buitre" marca otro gol"), 92 es mi canción preferida, quizás por el tratamiento british de las guitarras, y que me trae a la cabeza buenos momentos vividos con Deluxe.
Párrafadas de verdadero talento como "¿Por qué no existen tumbas de dos?, ¿por que el adiós se siente en vena?, amamos lo que perdimos, queremos lo que envenena" en Las Cuentas, toda ella con una letra destroyer total para corazones solitarios; la muy empática para servidor, que estoy más sociópata que de costumbre Hoy no me encuentro.
Eme, tal vez un guiño (o no) a su amigo Ferreiro y a sus inolvidables Piratas ese título, para un tema que no hubiera desentonado para nada en el Honestidad Brutal de Calamaro, ni por el adjetivo, ni por sonido, ni por esa lírica rockera de la misma calle; el single Nunca Nadie, canción marca de la casa; o la sensibilidad rock de Penaltis y la estupenda Hoy No Me Encuentro, que suenan tan de la escuela Quique González, con quién además colabora y le escribe probablemente la mejor del disco, Sudando La Tristeza, una joya country-rock de esas a las que nos tiene acostumbrando este genio, y que nos regala aromas de gente como Tom Petty y los Stones, a mi admiradísimo Carlos Cros (anda que no molaría un dueto), o a esos Stones a los que tanto reivindica el protagonista de la reseña.
No es el mejor disco de la historia, ni tan solo creo que sea el mejor que vaya a hacer este buen hombre, lo que está claro es que sería una estupidez no disfrutar de algunas de estas canciones solo porque si. Si se han dejado los prejuicios mainstream en casa, no se pierde nada por darle unas escuchas. Un buen disquito para tomar a pequeños sorbos.
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