jueves, 9 de febrero de 2012

[Artículo] ¿Sampleados?, ¿Homenajes?, ¿Plagios?

Ayer hablando con una amiga, comencé a tramar esto que pasaremos a llamar artículo, cosa que cualquier periodista pondría en duda, pero si no doy para más, no doy para más.

Quería reivindicar con ellos música que los que solo tienen en mente Sónar y pollas en vinagre jamás tendrán en cuenta, que lo que no salga la semana que viene ya no existe ni tampoco importa por lo visto.

Personalmente no estoy en contra de la vanguardia musical...creo, pero a mi dame música hecha por músicos, y no por maquinitas, y si hay radicales de otras cosas, yo desde el primer año, dije que no pisaría ese festival y no lo he hecho ni lo haré. Y me temo que con el alegato trendy que es el Primavera Sound me pasará lo mismo.

A lo que ibamos, que os dejaré que penséis vosotros mismos que cosa de las tres del título es cada cosa, seré breve pero intenso, y allá cada cual que aguante su vela, que me he ido por las ramas, con los de los festivales y todo eso.

Comenzaremos por el producto nacional, y esos grandes que fueron Alaska, Carlos Berlanga & Co., con el mítico Bailando, que si prestamos atención es un calco de los Gibson Brothers y ese hit bizarro que es Cuba.





El siguiente en cuestión, es mi adorado Edwyn Collins, el fundador de los añorados Orange Juice, y que en su canción más conocida mundialmente, olía a Len Barry que caía de culo.





Y ahora, una que descubrí gracias a Miqui Puig en una conferéncia, y que luego bailé en una sesión suya, y es esa trompetilla que Beyoncé usaba en su Crazy In Love, "sisada" de los souleros The Chi-Lites.





También me pareció abrumador, que una canción hedonista como Ritmo de la noche, intrascendente total, reciba todo tipo de elevación a los altares, de un genio como Guille Milkyway, de un "pesao" como Chris Martin, incluso más recientemente de los murcianos The Leadings.









Para rematar, repetir una cosa que ya puse hace un tiempo en un artículo parecido, que personalmente ya he usado en alguna incursión pinchadisquera que hago, y que me hace más fuerte para pronunciarme sobre el plagio evidente de Juan Pardo sobre The Beatles. Más claro, el agua.





Y con esto y un bizcocho, ahí lo dejo. Aquí me quedo esperando demandas de los artistas susodichos, o incluso de sus discográficas, que tienden a no ser muy pequeñas, y a veces, (solo a veces...creo), matan la originalidad a golpe de talonario

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