Me rendí a la genialidad de Nico Roig antes de escuchar nada suyo, solamente por el mero hecho que Pau Vallvé le tuviera en su banda y que formara parte de la escudería de la extinta Amniòtic Records, con eso pocas más credenciales a favor necesitaba.
Belleza, sutileza e ironía es lo que encontramos en este trabajo, lo que se evidencia en canciones como La Gamba, cargada de metáforas y mala leche a pesar de su tono acústico.
La titular Les Dones Macabres, que por lo explícito de su lírica la podríamos hermanar con el repertorio de Albert Pla; o en la certera Avisa'm, con la que se ha despertado al 100% mi empatía por muchos trazos de la canción.
En Els Pitjors Moments entra en contradicción y se pregunta "que dec estar fent malament per estar tant content / que debo estar haciendo mal para estar tan contento" acompañado de unos coros celestiales que ya quisieran para sí Fleet Foxes; esa crítica brutal a como está el mundo que es El Millor; además de la triste y bella melancolia con explosión sonora incluida de Tocadiscos observamos boquiabiertos ante que pedazo de artista estamos.
Para catalogar junto a los discos de Refree, de Vallvé, e incluso del maestro Sisa, lo cual deja más que claro por donde van los tiros y por donde puede hacerse dueño de nuestros tristes corazones solitarios.
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Y de repente, el bueno de Roig, desde un nuevo sello, Brabo, y con otro nombre nos ofrece otra parte más de su imaginario musical, forjado a partir de lo que podríamos pasar a llamar micro-canciones que oscilan entre poco más de 1 y 3 minutos, fuente de ideas que aunan un todo y en el que nos enamoramos de inmediato.
Piezas como la juguetona y excéntrica Johnny Guitar II; entendemos en el ruidismo el color del título de la canción en Negre; rivaliza con John Carpenter para dejarnos llevar por el misterio de la intrigante Metal Glass.
También la de algún modo berlanguiana Himne i Marxa del Nostru Poble; Sardana Lloses en que el teclado de ese artistazo que es Xavi Lloses recrea a una Super Nintendo a ritmo del baile popular catalán o la sutil magia de Dos Camells se van apoderando de nuestro cerebro poco a poco.
Que en tan breve espacio de tiempo un artista como Nico Roig haya sido capaz de mostrarnos dos mundos tan diferentes y tan iguales a la vez probablemente quiera decir algo muy gordo, así que espero que no seamos tan ciegos para no saber verlo, y que apostemos fuertemente por él los pocos o muchos que seamos, que de artistas tocados por la varita tampoco andamos sobrados.
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