Saludos a todos. Antes que nada disculpad el retraso con el que llega la crónica de este curioso festival al que pude asistir hace un mes en su 1a edición.
Heredero del Faraday, el cual también pude presenciar en el pasado, el Vida va un poco más allá y muestra una ubicación totalmente distinta, así como un cartel con más peso que mezcla lo nacional con lo de fuera a partes iguales.
Heredero del Faraday, el cual también pude presenciar en el pasado, el Vida va un poco más allá y muestra una ubicación totalmente distinta, así como un cartel con más peso que mezcla lo nacional con lo de fuera a partes iguales.
Situado en los terrenos de una masia de las afueras de Vilanova i la Geltrú, el festival se muestra totalmente integrado en la naturaleza. El mejor ejemplo lo hallé en su área de El bosque encantado, decorada con diferentes elementos que por la noche lo vuelven más mágico. Otra de las virtudes del festival es que no hay solapaciones en los conciertos, con lo cual uno se puede tomar las cosas con calma y verlo casi todo. A continuación voy a narraros los 2 días a los que asistí (las jornadas de presentación en el Molí de Mar y de despedida en La Darauda Beach Club tuve que obviarlas). Allá vamos.
Después de explorar la zona donde había tocado Colomo (en el también pequeño escenario de La Cabana), me dirijo al recinto principal, en la explanada fuera del bosque, para ver a M. Ward. Sin duda dió uno de los mejores conciertos que he visto últimamente, con una buena banda de soporte que rockeó de lo lindo en los momentos enérgicos, como en la versión que se marcó del Roll Over Beethoven de Chuck Berry. También cayeron canciones de su último disco y otras clave como Chinese Translation o To Go Home de Daniel Johnston.
Tras las buenas vibraciones de míster Ward y cayendo la noche, me dirijí a la zona de cátering, pasando esta vez con el bosque ya iluminado y lleno de magia. Haciendo cola detrás de Samantha Villar empiezo a oír de fondo a los canadienses Timber Timbre, una especie de Tindersticks con un punto más siniestro en algunos temas, pero igualmente llenos de elegancia.
Capturo su actuación a medias en el escenario Masia, situado en la misma explanada que el principal. Su concierto se convierte en el aperitivo perfecto para el que sería sin duda la estrella de la jornada. Rufus Wainwright llegó, vió y venció. Sin ser un gran conocedor del repertorio del canadiense, disfruté y me emocioné de lo lindo con su show. Abrió solo al piano con una de mis favoritas, Grey Gardens.
Capturo su actuación a medias en el escenario Masia, situado en la misma explanada que el principal. Su concierto se convierte en el aperitivo perfecto para el que sería sin duda la estrella de la jornada. Rufus Wainwright llegó, vió y venció. Sin ser un gran conocedor del repertorio del canadiense, disfruté y me emocioné de lo lindo con su show. Abrió solo al piano con una de mis favoritas, Grey Gardens.
A partir de aquí fue intercalando con temas a la guitarra, como Out of the Game o Jericho, aunque fueron las piezas a piano las que dominaron. Cayeron versiones sublimes de Vibrate, Poses, The Art Teacher, Going to a Town, I Don't Know What It Is (una de sus favoritas según dijo) o la famosa Hallelujah de Leonard Cohen. Poco a poco se puso al público en el bolsillo, incluso a aquellos que se mostraban distraídos hablando. El silencio absoluto lo consiguió con una versión a capella de Candles. En definitiva, talento puro y duro a raudales, además de buen sentido del humor. También cantó un tema inédito.
Fue uno de los momentos más divertidos de la noche, como unos Décima Víctima del siglo XXI y con un cantante que es todo un espectáculo con sus gestos y movimientos. La máxima sorpresa fue cuando terminaron versionando Moscas Aulladoras Perros Silenciosos de Los Burros.
La coda de mi primer día la puso Mishima, a los que enganché ya comenzados y desde la lejanía. No los había visto nunca en directo y sonaron muy bien. Tocaron básicamente temas de su último disco, de los cuales me quedé con El Corredor, y otras más antiguas como Un Tros de Fang. Las dos actuaciones que quedaban, Archie Bronson Outfit y Simon DJ (End of the Road), tuve que sacrificarlas si quería llegar a tiempo al último bus que me permitiría dormir bajo techo esa noche.
Sábado 5 de julio
Sábado 5 de julio
Si la primera jornada me había dejado con un buen sabor de boca, la segunda no sería menos, aunque quizá no a un nivel tan alto. En El Vaixell me encuentro al neozelandés Lawrence Arabia, que substituía la cancelación de Nuria Graham. Sólo pude escuchar un par de canciones, pero su pop fresco me recordó al de Jeremy Jay.
A continuación vinieron Copa Lotus, a los que no presté mucha atención si tengo que ser sincero. A los que sí que no les quité ojo fueron Silvia Pérez Cruz y Raúl Fernández Miró, que hicieron uno de los conciertos más íntimos e intensos del festival (no podía ser menos tras esa joya que han grabado llamada Granada). Hubo momentos de emoción, delicadeza, desgarro, silencio, feedback, etc. Toda una experiencia en la que ambos demostraron su valía con creces.
A continuación vinieron Copa Lotus, a los que no presté mucha atención si tengo que ser sincero. A los que sí que no les quité ojo fueron Silvia Pérez Cruz y Raúl Fernández Miró, que hicieron uno de los conciertos más íntimos e intensos del festival (no podía ser menos tras esa joya que han grabado llamada Granada). Hubo momentos de emoción, delicadeza, desgarro, silencio, feedback, etc. Toda una experiencia en la que ambos demostraron su valía con creces.
La escena resulta extraña porque veo el concierto rodeado de unos fans de Lana del Rey suramericanos que no controlan para nada a los de Hoboken. Lo primero que me sorprendió fue ver a James a la batería y a Georgia a la guitarra al abrir con Cherry Chapstick, muestra de la versatilidad de la banda. Era la primera vez que los veía y me sorprendieron por la fuerza desbocada que mostraron en sus temas más enérgicos.
Cayeron entre otros From a Motel 6, Sugarcube, las adorables Mr. Tough y Satellite, la ya clásica Autumn Sweater, y piezas de su último disco como Ohm o las tranquilas I'll Be Around y The Point of It. Concluyeron con una larga versión de Before We Run si no voy errado, tema que cierra su álbum Fade.
Tras dejarnos a todos medio sordos (fans de Lana incluídos) ahora era el turno de Hidrogenesse. Reconozco que sólo ví un trocito de su concierto porque quería ver a la estrella de la noche habiendo cenado, no obstante pude capturar algunas de mis favoritas de su Dígito Binario Dudoso como Captcha Cha-Cha o Christopher. Genís, con sus tacones y una mini guitarra que realmente funcionaba, hizo de las suyas con su compañero.
Tras dejarnos a todos medio sordos (fans de Lana incluídos) ahora era el turno de Hidrogenesse. Reconozco que sólo ví un trocito de su concierto porque quería ver a la estrella de la noche habiendo cenado, no obstante pude capturar algunas de mis favoritas de su Dígito Binario Dudoso como Captcha Cha-Cha o Christopher. Genís, con sus tacones y una mini guitarra que realmente funcionaba, hizo de las suyas con su compañero.
Dejando a parte los detalles extramusicales, Lana ofreció un concierto correcto, con momentos arrebatadores como el empalme que hizo del emotivo Old Money a capella con su hit Video Games. El repertorio estuvo compuesto de algunas piezas del EP Paradise y otras pocas de su Ultraviolence, como el tema del mismo título o el single West Coast.
No obstante, el material que más abundó fue el de su disco Born to Die, con su canción homónima y otras como Blue Jeans o Summertime Sadness (coreadas por el público). Debo confesar que esperaba que cayeran más del Ultraviolence, pero no me importó. Finalizado el espectáculo de LDR, que por cierto cuenta con una muy buena banda de apoyo, me dirigí a mí penúltimo concierto, el de Austra. Me gustó el carisma de su cantante sobre el escenario, y me quedé satisfecho después de oír Lose it y Home.
Para finalizar me pasé un rato por el escenario principal para bailar con la música de Pional, que era como un DJ-cantante todo en uno. Como en la noche anterior, tuve que sacrificar algunas actuaciones. En esta ocasión fue la banda portuguesa Paus y los DJs Hector & Colonel de Bélgica. También debo reconocer que me perdí a The Parrots durante mi descanso en la pantalla In-Edit TV.
Y hasta aquí la crónica de lo que fue el Vida para mí, un festival que no me decepcionó y al que seguiré atento en el futuro (para la edición del año que viene ya han confirmado a Andrew Bird). Saludos.
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