Se ha hecho esperar, pero con Guille Milkyway siempre vale la pena hacerlo. He leído en alguna parte que La Gran Esfera era como una especie de disco de transición, aunque ojalá todos los trabajos que se cataloguen así fueran de este nivel.
Primero fué Podría Ser Peor, ya convertida a día de hoy en himno y clásico de La Casa Azul; después la casi trap A T A R A X I A; siguieron El Momento, elegancia bailable con aires de french touch y el pepinazo dance de Nunca Nadie Pudo Volar; todas y cada una de ellas diferentes entre si y que nos mostraban a un Guille que no tiene miedo de tocar varias teclas.
Pero quedaba mucho y bueno por venir. Personalmente tengo dos favoritas desde la primera escucha del disco, concretamente Hasta Perder El Control, bubblegum-pop marca de la casa con momentos explosivos que nos pueden recordar incluso a la sintonía de Comando G, de la que cual estoy enamorado de esos vientos del principio y Saturno (Vuela), tremendo temazo entre los dictados frenéticos de Helen Love y Patrick Hernández. Para mí, estas dos canciones son el perfecto ejemplo de las maravillas que espero y sueño cuando sé que nuestro protagonista prepara nuevo material.
No menos maravillosas son El Final Del Amor Eterno, con la que se me antoja inevitable bailar con lágrimas en los ojos como nos decían en los ochenta Ultravox; o El Colapso Gravitacional, con una imprenta clara de su admirado Jeff Lyne y su Electric Light Orchestra, referencia que los que adoramos el pop de estribillo redondo y directo es para postrarse de rodillas. Concluyendo, decir que será un compañero de viaje al que recurrir en los buenos y malos momentos, (cosa que me ha sucedido con todos y cada uno de sus discos), así que a pesar de que se me acuse de poca objetividad con el artista, me ha dejado mucho más que satisfecho el resultado. Solamente queda esperar que no tarde tanto en entregarnos sus nuevas composiciones.
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