Y es que la banda de Balmes y compañía, tienen el don de emocionarme en mayor o menor medida, con cada una de sus canciones y este nuevo trabajo no podía seer una excepción. Sigue la inspiración lírica y siguen enriqueciendo su propuesta sonora con nuevos toques sónicos aún no explorados y simplificando todo para que el mensaje quede claro. Ya solamente por eso, ya valdría la pena...
Nos sorprendieron con unos primeros avances a la altura de la leyenda, como Cosmos (Antisistema Solar), en la que se ponen de algún modo en el lugar de su público y lo que puedan provocar en ellos; la preciosa El Mundo, a caballo entre el folk y las músicas del mundo y con momentos en catalán y portugués en la que encontramos "sentencias" del calibre de "si un día dejé de amarte, lo hice siempre sin querer" o "¿no ves que el mundo, a veces por un segundo, deja de ser absurdo si en medio estamos tú y yo?", con las que simplemente nos queda asentir y aplaudir. También El Sur, en la que se acompañan de un tótem como Bunbury para crear un temazo de aúpa y en la que las dos personales voces cabalgan sobre una rítmica épica a la par que acelerada, que personalmente me transporta a los grandes logros del Sam's Town de The Killers o los Kings Of Leon de Only By The Night. La otra colaboración del disco, no es menos sorprendente, ya que en Catalunya Bondage se suman El Columpio Asesino y dan como resultado la fusión sonora perfecta entre los unxs y los otrxs, en la que parecen dar su visión de la Catalunya pre y post 1-O en la que caben manis, abuelas sediciosas y algún rehén electoral. Pero no me gustaría cerrar esta reseña sin destacar, por no perder las buenas costumbres, mis favoritas entre las favoritas de esta nuevo propuesta de los de Sant Vicenç dels Horts.
Una sería Los Irrompibles, una de esas piezas marca de la casa, todo un canto a la libertad (no la de Ayuso precisamente), que no hubiera desentonado para nada en El Poeta Halley y en la que me impactó una verdad tan certera como "hasta un idiota hoy en día es policía moral"; Eterna Revolución, que entiendo que sea la favorita de uno de mis mejores amigos por ese tono de electrónica dulce y melódica que puede conquistar a lxs seguidorxs de bandas como los últimos Arcade Fire o Future Islands; y Sesenta Memorias Perdidas, con la que sucedió el flechazo inmediato y que me he visto más de una vez poniéndola en bucle autodestructivo y en la que me reafirmo que Santi Balmes es el mejor haciendo canciones de amor (encriptadas, eso si) de toda nuestra escena independiente o no independiente. Lo dicho, que me tenían entregado antes del primer play y lo sigo estando después de repetidas (y repetidas y repetidas y repetidas) escuchas.
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