Para mi desgracia mi primer contacto con Marina Herlop fué con este Babasha, y claro, inmediatamente me puse a indagar en Nanook, su anterior trabajo.
No sé describir lo que me consiguió transmitir desde un primer momento, simplemente que me descolocó (en su mejor concepto de la palabra) y me atrapó. Y es que desde que empieza en disco con la misteriosa Odessa, ya vemos que es capaz de hacer magia simplemente armada con su piano y su voz embrujadora.
En Bus II podemos discernir influencias que nos pueden hacer viajar mentalmente desde Portishead a Kate Bush; no podemos más que disfrutar de la minimalista belleza de Nodnol, en la que las teclas parece que hablen y lloren; o con Geble, preciosidad sonoramente que no aunque no sé claramente la razón, me transportó a esas piezas geniales que George Gershwin nos regaló.
¿Qué quiero decir con esto?. No sé si calificaría de genialidad este Babasha, cada un@ que lo inteprete como buenamente le parezca, pero alguien que consigue enamorar de cabo a rabo con una instrumentación mínima, inventando su propio vocabulario para cantar las canciones, y que le dé tanta importancia a la tímbrica de cada palabra; a mi humilde entendedera por lo menos lo parece. Sumergíos con calma en este original y valiente trabajo y creo sin miedo a equivocarme que lo agradeceréis.
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