Todavía no ha pasado ni un año de la publicación del impecable Why Me? Why Not., que desde el primer día se convirtió en uno de los discos de mi vida, y Liam Gallagher nos hace felices a sus seguidor@s con la publicación de un nuevo álbum, con el que parece quitarse la espinita de su espantada el año 1996, concierto que tuvo que afrontar su hermano como vocalista.
Y es que el de Manchester está mostrando una madurez sonora en cada entrega que quizás much@s (demasiad@s) no esperaban y es capaz de entregar canciones con un poso y una calidad a la altura de la leyenda de Oasis. Vamos al disco, que es lo que nos interesa y dejamos la palabrería a un lado.
Grabado en el Hull City Hall un mes antes de la publicación de su segundo trabajo en solitario y veintitrés años después del primer intento, arranca con Wall Of Glass, uno de los singles de su primer disco y con la que se pone de inmediato al público en el bolsillo y a la que este sonido más reposado, frente al más producido del disco, le sienta como un guante. Sigue con Some Might Say, uno de sus primeros hits con la banda y que es capaz de poner la piel de gallina por las ganas y emoción con la que la afronta. Y también por ese poco de nostalgia añadido, que todo suma.
La tercera es Now That I've Found You, que a base de repetidas escuchas en su disco de origen, se ha convertido en una de mis favoritas de toda su discografía, con las de Beady Eye y Oasis incluídas. Le siguen One Of Us, tan magistral y épica como cabía esperar en este formato y en la que brillan especialmente esos violines; la inmensa Stand By Me, pieza por la que parece que no pasan los años ni en fuerza ni en capacidad emotiva y que ejerce de pieza central de un material impecable; Sad Song, primer y brillante single de este unplugged y que le da una nueva oportunidad a este extra de la edición en vinilo de Definitely Maybe y que además, siempre había cantado Noel; y Cast No Shadow, otra de la banda de los hermanísimos mancunianos a la que este formato le va como un traje a medida.
Y rubrica con una tripleta de auténtico lujo y a la altura de muy poca gente. Once, que aviso que os va a poner la piel de gallina desde el primer acorde de guitarra; Gone, que crece y crece en comparación en su formato grabado y, a modo de final por todo lo alto, Champagne Supernova, interpretada por Liam con un carisma y una emoción tan rematadamente brutales. La única pega que puedo poner es que me hubiera gustado ver en el tracklist You Better Run o Glimmer, ya que son de mis favoritas, pero se le perdona. El resumen a todo lo dicho es simplemente un gracias, gracias por hacernos viajar en el tiempo, gracias por dejarnos escuchar canciones increíbles fuera de su formato original, pero sobre todo gracias por seguir sacando discos.
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