Atención a este disco, porque lo definiria de esos de largo recorrido. El señor Abraham Boba regresa al ruedo musical, con este, su segundo disco, con una colección de temas de delicadeza exquisita, de una realidad sobrecogedora y sobre todo plagado de unas letras ironicas y realistas, siempre desde su punto de vista sobre la vida y el amor y todas esas cosas, que nos hacen tan grandes y tan pequeños algunas veces. Teclista y telonero en la última gira del grandisimo Nacho Vegas, Boba se nos presenta no muy lejos de lo que nos regala este, pero no sabria decir quien es capaz de influenciar a quien, así a bote pronto.
Desde el primer tema, el que titula el disco, La educación, un canto generacional y de supervivencia, queda claro por dónde van los tiros, algo parecido a lo que sucede con Hagamos algo antes de morir.
Instrumentación preciosa y preciosista en Hay estatuas aquí, que podría estar sanamente influido por el clásico Blue Moon, aunque esto solo sea una humilde opinión. Influencias sanas, diría, tanto de los clásicos, ya sea Leonard Cohen, Nick Drake, incluso Jeff Buckley, como de su coetanio y supongo que amigo, Nacho Vegas, lo cual se hace más vigente en mi canción favorita del disco, supongo que porque me recuerda a alguno de ellos o quizás a todos, en la melancólica Boletín de la montaña.
Lo dicho, un maravilloso disco a descubrir, unas letras a las que entregarse sin reparos y un artistazo a largo plazo, del que espero que no dejemos de oir hablar, porque debería ser muy grande.
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