De vuelco controlado se podría catalogar el tercer e inmenso disco de Abraham Boba, pues sin perder un ápice de su marcada personalidad, añade unas dosis de luminosidad a su ya consabida afectación en las formas.
Viene cargado de letras increibles, cosa que no ha dejado de hacer a lo largo de su carrera, que bien pueden gustar a los seguidores de colegui Nacho Vegas, como a quién no les gustará ninguno de los dos, ya que toca temas universales desde un punto de vista tremendamente personal.
Podría haber sido peor ya puedo decir que es un himno personal grabado a fuego, y lo bueno es que lo fué de forma instantánea y desde el primer acorde, y empatizando con párrafos como "si ahora estás mucho mejor que yo, no creas que eso dura tanto, las cosas cambian de color y se oscurecen en menos de lo que canta un gallo", dan fé de como pueden llegarnos estos nuevos temas.
También le vemos más pop en temas como Algunas (pequeñas) verdades domésticas, muy Ben Folds o Señor Mostaza buscando referentes más cercanos, por ponerle un símil, lo mismo que en cosas que duelen, quizás por eso de que lo que manda en los tres casos es el piano.
Aromas de Dylan en Así se vive aquí o de Vegas en Otra canción de amor, completan un discurso personal, digno, y que llega a ese punto de la piel donde residen las emociones verdaderas.
Su mejor disco hasta la fecha, que ya es decir...
"hagamos otra canción de amor para gente tan ingenua como yo..."
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