Poco a poco y con buena letra, me he ido adentrando en el mágico mundo de Bill Ricchini, tanto de sus discos en solitario con su nombre de pila, como con esta deliciosa aventura al frente de de Summer Fiction.
Con la varita mágica afilada para hacer espléndidas canciones de estribillo redondo y perfecto y llevándonos a territorios que nos pueden recordar tanto a Brian Wilson y sus Beach Boys, como a los nunca suficientemente elevados al templo de la gloria, The Zombies.
Que alguien me diga que Carry On desentonaría lo más mínimo en el Pet Sounds o que It's getting dark no tendría cabida en el Odessey & Oracle, incluso que Chandeliers, ese pedazo de cacho de trozo de single, no tiene un ramalazo a McCartney que te caes de culo. O simplemente reconocer que te has vuelto a enamorar del pop con esa maravillosa pieza semi-acústica que es By the sea.
Lo mejor del caso, es que el disco te lo escuchas del tirón y feliz, con ese regusto de haber aprovechado tu valioso tiempo con enormes canciones y sobre todo, rindiéndonos a la evidencia que nos encontramos ante un nuevo mago del pop de estribillazos redondos y coros angelicales, y eso siempre es buena notícia.
Seguro que John Cusack en Alta Fidelidad los pondría más de una vez en su top 5 diario...
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