Un artista del que siempre fui acérrimo defensor y del que nunca se aprendía suficiente, jamás pude decir que era conocedor de su obra en totalidad ya que es tan magna y tan abrumadoramente prolífica que sería de una pedantería brutal afirmarlo. También decir que este escrito improvisado nace de mi alma de fan de este GENIO (con mayúsculas) y el respeto hacia todo lo que tocaba.
Soy de una generación que aprendió a amarlo, aparte de por su música, por ese personaje de Jareth, el rey de los Goblins en la película de 1986, Dentro Del Laberinto, de esa generación que pudo disfrutarle en el Doctor Music Festival 1996 (aunque yo no estuviera entre los afortunados), pero sobre todo que vió como un artista como él no se vendía nunca al mejor postor ni sucumbía al éxito fácil.
Su nuevo disco, Black Star, ahora con su muerte dará pie a unas lecturas que serán como puñetazos a modo de despedida. Personalmente no había caído en las redes de las canciones que nos avanzó, pero sin miedo a que me digan que me subo al carro del morbo, las voy a disfrutar todas ellas como cualquiera de su discografía, o sea, con adoración, con admiración y sobre todo con mucha pena por saber que no habrá más de su talento.
Nos deja un legado artístico (en todas sus facetas) sin tacha alguna, marcando su personalidad a fuego en todo lo que hacía. Eso a pesar de que la maquinaria discográfica empezará en nada a preparar recopilatorios y directos para hacer caja, dejando de un lado el respeto y el cuidado que él dedicaba a cada trabajo. "Then the loud sound did seem to fade..."
No se puede ser más grande!
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