El paisaje sonoro que crea a partir de texturas sintéticas, sutiles samples vocales y bases rítmicas cercanas al hiphop (de lo que uno supongo que podría discutir largo y tendido con los acérrimos del género) crean un ambiente que podría ser la banda sonora perfecta de una película oscura de tensión constante, fuera cual fuera el género. Además, la instrumentación tiene algunas pinceladas de barroquismo -y que el título de una de las pistas refuerza- que todavía reafirman más mi teoría de que hay pocos discos comparables con este.
No es un disco de minimal, ni de house, ni de hiphop per se, ni de experimentos sonoros al tuntún. Es un trabajo coherente y de una lectura muy particular, y que cuadra con lo que pasa ahora en Los Angeles, que parece que inteligentemente estan sabiendo salir por la tangente de uno de los estilos más estancados de estos últimos años (de memoria, recuerdo que me interesara RJD2 y Damfunk).
Y es un disco que se pasa rapidísimo, y no me refiero a su duración. Es un trabajo que sabe mantener el interés, que espero que la gente del Sónar -por ejemplo- sepan valorar este año, y podamos disfrutar de la música de Jason Chung en esta edición.
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