Enfrentarse a un nuevo disco de estos chicos, se podría decir que es jugar sobre seguro, sobre todo si te han gustado sus formas en los dos anteriores.
En este tercer trabajo, Marc Barrachina abandona el grupo y desaparece Facto en el nombre del mismo, lo cual no quiere decir nada malo ni bueno en cuanto a mejor o peor calidad en lo ofrecido.
Y para darle una vuelta de tuerca, tal vez más funk, tal vez más soul, tal vez más abierta rítmicamente, otorgan la producción a The Pinkertones, cosa que les da un plus de alegría y de jolgorio.
Prueba de lo dicho sería por ejemplo 1984, canción que con su letra nos consigue pegar una sonrisa constante en nuestro rostro, recordándonos a muchos nuestra feliz infancia. Que decir también del más que acertado single, Espíritu Santo, temazo marca de la casa, con el añadido de los trompetas, que se reproducen como si en una canción de James Brown se tratase en Río por no llorar, la más negra, la más agresiva y tal vez la más fiestera del disco.
También hay lugar para pequeños homenajes para sus personajes admirados, como el mítico hombre del tiempo de TV3, en Tomás Molina, a quien le conceden el don de poder parar el tiempo.
En La Primavera volvemos a encontrar caminos transitados tanto en ritmos como en la letra, pero que a pesar de esto, consigue atraparnos, casi cómo siempre. También se vé claramente la huella de los productores en Eramos (Drama Veis Remix), una de las más adictivas, por cierto.
Dónde para mí rechinan un poco las formas son cuando se frenan y se nos ponen nostálgicos, cómo hacen en Hoy o Eramos, dos temas que no están mal del todo, pero que no acaban de cuajarme.
En resumen, un paso lógico y hacía adelante de la guapísima Helena Miquel y el carismático Oscar D'aniello, reafirmándose como un grupo único en su especie, tanto para lo bueno cómo para lo malo.
Porque bailando hasta el Espíritu Santo se pone blando...
En este tercer trabajo, Marc Barrachina abandona el grupo y desaparece Facto en el nombre del mismo, lo cual no quiere decir nada malo ni bueno en cuanto a mejor o peor calidad en lo ofrecido.
Y para darle una vuelta de tuerca, tal vez más funk, tal vez más soul, tal vez más abierta rítmicamente, otorgan la producción a The Pinkertones, cosa que les da un plus de alegría y de jolgorio.
Prueba de lo dicho sería por ejemplo 1984, canción que con su letra nos consigue pegar una sonrisa constante en nuestro rostro, recordándonos a muchos nuestra feliz infancia. Que decir también del más que acertado single, Espíritu Santo, temazo marca de la casa, con el añadido de los trompetas, que se reproducen como si en una canción de James Brown se tratase en Río por no llorar, la más negra, la más agresiva y tal vez la más fiestera del disco.
También hay lugar para pequeños homenajes para sus personajes admirados, como el mítico hombre del tiempo de TV3, en Tomás Molina, a quien le conceden el don de poder parar el tiempo.
En La Primavera volvemos a encontrar caminos transitados tanto en ritmos como en la letra, pero que a pesar de esto, consigue atraparnos, casi cómo siempre. También se vé claramente la huella de los productores en Eramos (Drama Veis Remix), una de las más adictivas, por cierto.
Dónde para mí rechinan un poco las formas son cuando se frenan y se nos ponen nostálgicos, cómo hacen en Hoy o Eramos, dos temas que no están mal del todo, pero que no acaban de cuajarme.
En resumen, un paso lógico y hacía adelante de la guapísima Helena Miquel y el carismático Oscar D'aniello, reafirmándose como un grupo único en su especie, tanto para lo bueno cómo para lo malo.
Porque bailando hasta el Espíritu Santo se pone blando...
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