Si hay cosas en la vida que no se pueden esconder, para mi, ser seguidor de Los Planetas es una de esas cosas. Soy capaz de enloquecer entre las esperas entre disco y disco y lo mejor de todo esto, es que sé que nunca me defraudan.
El caso de Una ópera egípcia no es ninguna excepción. Han conseguido ensamblar el sonido de su obra maestra anterior, La leyenda del espacio, con sus sonidos propios, la distorsión, la feroz batería y la psicodelia, y además han conseguido irradiarle un poquito de luz a todo eso.
J y los suyos consiguen enamorarnos ya desde el arranque, con esa maravillosa pieza instrumental a modo de intro que es La Llave de oro, arte y brujería todo en uno. Destellos y hits Planetas de toda la vida son, por ejemplo, Una corona de estrellas, un grandisimo hit que ya estaba como tema principal en la BSO de La habitación de Fermat y que es desde ya otro de sus clásicos inmediatos o Soy un pobre granaíno, que era la canción inédita de su recopilatorio y que a mí siempre me ha traido a la cabeza, ecos del Moondance de Van Morrison.
El apartado de colaboraciones, más espectacular imposible. Tenemos a La Bien Querida, en la canción elegida como single, No sé como te atreves, canción en principio escrita para ser cantada junto a Christina Rosenvinge y que es una absoluta delicia pimpinelesca. El otro tema en que colabora la buena de Ana, La veleta, es una canción de sonido atípico en el grupo, que bien podría haber formado parte del disco de ella, ya que es un tema rematadamente pop, con sus puntitos electrónicos muy bien colocados en su justo lugar. La otra colaboración, la del gran Enrique Morente, en ese quejío que es La pastora divina.
Otro tema sorprendente en cuanto a sonido, Siete faroles, con una luminosidad impropia en los granadinos, y uno de mis favoritos. También destacar ese single del EP de presentación de lo que se avecinaba, Romance de Juan de Osuna; la absorbente Señora de las alturas con esas adictivas guitarras, la espacial Los poetas, y así hasta enumerarlas todas, porque si hay algo de lo que no hay, es una canción de relleno.
Es un disco grandioso, casi tanto como el anterior, y desde aquí le doy las gracias a Julio Ruiz, y a su podcast, por darnos el gustazo de escucharlo y hacer boca antes de que saliera, que a mi ya me ha robado una parte de mi alma, pero eso tampoco vendría a ser ninguna novedad a estas alturas.
Ahora por ahora, y tras la alegría del disco, solo pido algún directo, para entrar en ese éxtasis propio en el cual entro cuando les veo en el escenario y que no se mueran nunca, que sinó yo me voy detrás.
El caso de Una ópera egípcia no es ninguna excepción. Han conseguido ensamblar el sonido de su obra maestra anterior, La leyenda del espacio, con sus sonidos propios, la distorsión, la feroz batería y la psicodelia, y además han conseguido irradiarle un poquito de luz a todo eso.
J y los suyos consiguen enamorarnos ya desde el arranque, con esa maravillosa pieza instrumental a modo de intro que es La Llave de oro, arte y brujería todo en uno. Destellos y hits Planetas de toda la vida son, por ejemplo, Una corona de estrellas, un grandisimo hit que ya estaba como tema principal en la BSO de La habitación de Fermat y que es desde ya otro de sus clásicos inmediatos o Soy un pobre granaíno, que era la canción inédita de su recopilatorio y que a mí siempre me ha traido a la cabeza, ecos del Moondance de Van Morrison.
El apartado de colaboraciones, más espectacular imposible. Tenemos a La Bien Querida, en la canción elegida como single, No sé como te atreves, canción en principio escrita para ser cantada junto a Christina Rosenvinge y que es una absoluta delicia pimpinelesca. El otro tema en que colabora la buena de Ana, La veleta, es una canción de sonido atípico en el grupo, que bien podría haber formado parte del disco de ella, ya que es un tema rematadamente pop, con sus puntitos electrónicos muy bien colocados en su justo lugar. La otra colaboración, la del gran Enrique Morente, en ese quejío que es La pastora divina.
Otro tema sorprendente en cuanto a sonido, Siete faroles, con una luminosidad impropia en los granadinos, y uno de mis favoritos. También destacar ese single del EP de presentación de lo que se avecinaba, Romance de Juan de Osuna; la absorbente Señora de las alturas con esas adictivas guitarras, la espacial Los poetas, y así hasta enumerarlas todas, porque si hay algo de lo que no hay, es una canción de relleno.
Es un disco grandioso, casi tanto como el anterior, y desde aquí le doy las gracias a Julio Ruiz, y a su podcast, por darnos el gustazo de escucharlo y hacer boca antes de que saliera, que a mi ya me ha robado una parte de mi alma, pero eso tampoco vendría a ser ninguna novedad a estas alturas.
Ahora por ahora, y tras la alegría del disco, solo pido algún directo, para entrar en ese éxtasis propio en el cual entro cuando les veo en el escenario y que no se mueran nunca, que sinó yo me voy detrás.
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