Para servidor, cada disco que sea capaz de sacar el señor Pete Doherty, aunque sea una inmensa mierda siempre es un acontecimiento.
Me ha dado demasiados buenos momentos para que no fuera así, y de lo que va sobrado uno es de fidelidad musical.
Los detractores de este genio se limitarán a decir que no hay nada nuevo en el horizonte, en cambio a los que lo esperábamos como agua de mayo disfrutaremos como verdaderos enanos con ese garage sucio (cierto que cada vez menos) y urgente con que Babyshambles dan lustre a sus canciones.
Entre las indiscutibles de este Sequel To Prequel (título que también tiene lo suyo) están por ejemplo Nothing Comes To Nothing, armada con ese punto de dejadez que hacía únicos a The Libertines; la efectiva Maybelline, que no hubiera chirriado para nada en sus dos primeros discos; la juguetona After Hours, en las que nuestro protagonista se transforma en una especie de crooner de las alcantarillas; o la peligrosa Fireman, justo el tipo de canción que nos hace volver locos en sus conciertos, en ebullición y tremendamente urgente.
Quizás el error (y lo que hace grande al disco) es que da rienda suelta a su inspiración desmedida, aunque algunas no estén a la altura de la misma. Supongo que ya juega con eso y le importa más bien poco, a sabiendas que en su caso jamás hará primar la cantidad a la calidad y a las pruebas me remito. Buenas noticias desde la pérfida Albion...
No hay comentarios:
Publicar un comentario