Afronto la reseña del octavo álbum de Muse con la misma ilusión que de costumbre, cansado ya de los que esperan que sean Radiohead (a los que desde mi humilde punto de vista han superado en criterio y ambición) o que sean una versión siglo XXI de Queen. Creo que quien espere eso, aún no ha entendido nada.
Simulation Theory se basa en una idea del filósofo sueco Nick Bostrom sobre que la vida que vivimos podría ser un simulacro informático, cosa que ya nos trasladan desde esa portada de Kyle Lambert, que nos puede recordar a Ready Player One, la última película de Spielberg hasta la fecha.
Decir que aunque al menos de momento no puedo decir que me gusta el disco como un todo, con canciones como Pressure, que con ese impepinable riff y esos coros me parece simplemente irresistible; The Dark Side y su épica abrumadora (y claro, el falsete imbatible de Matthew Bellamy); Something Human, la que en algunos momentos nos puede llevar al Every Breath You Take de The Police; The Void, que me enganchó por esos momentos tan Stranger Things; o la inmensa Blockades, en la que no puedo destacar esos sintes espectaculares, esa rítmica trotona que tantos buenos momentos ha hecho que nos regalaran, esa guitarra ochentera de la mitad de la canción y (de nuevo) la potencia que sale de la garganta de su líder.
Aunque en las demás creo que tengo que hacer aún algunos esfuerzos para que me atrapen realmente, creo que con todas las citadas (y también con las que no, seguro) seguirán regalando momentos imborrables en sus directos, los que de momento solamente podremos disfrutar en Madrid a su paso por nuestro país. Que los critiquen los que quieran, ¡faltaría más!, pero que nos duren muchos años. No es su mejor trabajo, pero no es malo para nada.
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