Cada vez que afronto la reseña de un disco (o noticia, o lo que sea) de The New Raemon intento disimular un poco el cariño personal hacia él mismo y sus familiares más cercanos, supongo que para afrontar con una patina de objetividad esta tarea. Que lo consiga o no, no soy yo quien tiene que decidirlo.
Me parece que cada vez queda más claro que ha sumado progresivamente con talento los sonidos emo-core de su camino en Madee y su faceta más de cantautor hasta hacerlas encajar en un puzzle sonoro perfecto que en este Una Canción De Cuna Entre Tempestades se hace más evidente que nunca. En él nos explica de algún modo el mundo de mierda que se encuentra y se va a encontrar su retoño, desde un punto de vista tan poético como certero.
De entrada, no he podido dejar desde la aparición del disco de escuchar en bucle Wittgenstein, sonoramente la más cercana a sus clásicos, y haciendo mío ese mantra de "quiero quedarme en lo singular, esa es mi voluntad". Eso ya me había sucedido cuando avanzó Charlestón (Flores y Dolores), que se destaca en ese imaginario personal de lo imborrable e imperecedero. Algo tendrá que ver ese guiño a una de las mejores canciones pop de la historia para servidor como es These Boots Are Made For Walkin', aunque me parece una canción simplemente inmensa.
No menos necesarias me parecen Signos De Vida En La Lejanía, explosiva pieza en la que sonoramente me ha transportada a momentos de uno de mis grupos favoritos británicos como son Starsailor; o ese dúo junto a Rocío Márquez en Un Posible Final, en la que entre aires flamencos se de paso a una alegoría ecologista y de algún modo banda sonora de lo que se nos avecina como sigamos siendo tan imbéciles con lo que nos rodea.
También sigo con esa querencia a dejarme llevar por las más intensas de cada disco, en la que aquí se lleva la palma probablemente Tengo El As, y que tras escucharla junto al maestro Javier Álvarez por las redes no ha hecho más que sumar enteros en ello. Si le tengo que poner un defecto al disco, pues solamente que antes con BCore me hacían llegar el disco y ahora he tirado de Spotify para la reseña. Y eso es lo peor que puedo decir de esta nuevo e inmensa obra de Ramón Rodríguez, jejeje. Y ya van...
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