Siempre que me llega a las manos nuevo material de estos valencianos, tengo la absoluta certeza que no me defraudarán,y ante todo, que seguirán sumando canciones suyas en mi imaginario vital.
Con una solidez a prueba de bombas, curtidos en mil batallas y tras el paso más acústico de Universal, regresan a sus guitarras afiladas y a ese sonido que no puede decirse nada más que personal e intransferible, sonido propio en resumen, y con esas canciones que siempre nos regalan sacadas de lo más profundo de ese órgano que late constantemente, al menos en algunos.
Canciones tan rematadamente redondas como El Resplandor, que aunque me pese tengo que comparar las guitarras con las de Los Planetas, a la cual estoy rendido hasta la médula; el single Ayer, que consigue sacarme a cada escucha alguna lagrimilla por identificación total y que además en su remezcla por Dorian es habitual en mis sesiones de pincha desde su aparición; la increible Annapurna, que nos transporta a los tiempos de Radio con sentencias en sus adentros como "me quedaré contigo, no podría perdonarme tener que dejarte atrás".
La contundente Ahora quiero que te vayas, canción pura LHR, clásico inmediato, con la voz de Jorge juguetona y emocionante, y con la lírica a la que nos acostumbran de romántico loser, esas con las que nos matan y nos rematan; Norge que podríamos catalogar de la más The Smiths del pack; Indestructibles, quizás en si una declaración de principios propia, aunque nos hacen participes al mundo mundial; o descartes del disco como la llamada a la acción de El día de los muertos, componen un material excelente y que seguramente ocupará de nuevo un sitio de honor en la estantería (eso quién aún las utiliza para poner cd's).
Una carrera sumamente coherente, para servidor comparable a esos genios de Athens llamados R.E.M., incapaces de grabar un mal disco, solo preocupados de seguir su propio camino, obviando tendencias y modas, y consiguiendo en sus seguidores que cada edición discográfica suya sea todo un evento.
Posiblemente sea su mejor disco, aunque también creo que lo que está por venir seguirá siendo simplemente sublime. ¡Larga vida a La Habitación Roja!
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