Realmente supuso una alegría apoderarme de este disco, ya que desde el primer momento de degustar si single de avance Celestine, que ya fue vídeo telúrico, caí en sus redes.
Mientras aparecía o no el disco, disfruté (vía internet) de su fulgurante concierto en el FIB, y finalmente, como no, cayó en mis manos, y estoy disfrutando de lo lindo.
No es el disco que salvará el pop ni el rock (ni el británico, ni el mundial), pero con un cantante tan carismático como Frank MacPherson, dandy de cajón y ex-presentador de Mtv, y canciones que beben de la mejor tradición de la música popular brit de los últimos 20 años, ya hay mucho camino recorrido.
Encontramos pildorazos pop como la citada Celestine, que por momentos es fácil confundir con algún hit de Brandon Flowers y compañia; Chevy Thunder, la cual le pasa la mano por toda la carita a toda la discografía entera de los beodos Kaiser Chiefs; Never Fade Away, muy en la línea de las canciones más acertados de Franz Ferdinand, o la pausada Grim Reefer, que no hubiera desentonado para nada el el 13 de Blur.
También temas con vocación de rompepistas como Friday Night, Don't Ever Let It End, que te remata ya desde la misma intro y que de la primera escucha me he imaginado en mi rinconcito de Razz dando patadas en las paredes y pisoteando vasos de cubata de plástico, o canciones de lírica sintética con la que es fácil emparentarles ya no solo en estilazo (no hay más que ver la portada), sinó en sonido con los mismos Roxy Music como Grey Shirt & Tie, dando empaque elegante y sutil a una letra tirando a banal.
Concluyendo, un grupo capaz de alegrarme la vida con tantas canciones redondas en su primer disco, merece mis respetos, y más si con su disco inicial la petaron grupitos como Two Door Cinema Club de lo lindo, que en comparación (para mí) no les llegan ni a la suela ni en canciones ni en talento, si el mundo es justo les debería pasar lo mismo.
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