Recuerdo esos tiempos en la +A Sako de la Zeleste (ahora Razzmatazz), que hablábamos del grupo tanto mods, como indies, como poperos acérrimos de la vieja escuela, y que en esos días de desenfreno y excesos, escuchar Los Años Que Nunca Volverán quizás no tenía el sentido que tiene ahora, pero desde luego nos hacía percibir que vivíamos un momento único de nuestras vidas y que era mejor aprovecharlo al máximo.
La semilla de sus canciones en solitario empezaba a sembrarse en canciones como la citada; en Algo Entre Los 2; la maravillosa Otoño (cuantas veces he tarareado eso de "en otoño me das la espalda sin explicación"); o en Remordimiento Nº4, todas ellas de esas imposibles de borrar de tu subconsciente.
Una gozada disfrutar de una delícia soul-pop como Silly Girl (todo un clásico); del rock psicodélico y faltón contra esos guays que ahora se han multiplicado en El Artista Multimedia; o de la lisérgica e instrumental El Sueño Del Pulpo Alienígena.
Un disco referencial de nuestro pop, que en cualquier otro país se habría elevado a los altares, pero que no dudamos que con el devenir del tiempo siga siendo como es a día de hoy un clásico de culto, valiente y original como pocos.
Carlos Cros, una de las personas más auténticas y buenas de las que me he encontrado en este complicado y a veces hijo de puta mundillo, ya es un mito telúrico por derecho, el único que ha sido (será) protagonista tres veces de uno de nuestros conciertos, y este tercero, mañana en Casa Maso (Tortosa). ¡Muy grande!.
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