Cualquiera que nos atrevamos a llamar artesano del buen pop, como mínimo debe tener alguna canción atemporal en su haber.
Es el caso de Algora, que ya en su anterior trabajo, el nunca suficientemente valorado Planes de verano, tenía unas cuantas en sus adentros, especial mención de servidor para ese himno que es Cucarachas.
En Galimatías pule los detalles, con un gusto abrumador y nos alimenta de metáforas explosivas (patriotismo de mi mismo en tu conquista, me adueñaré de ti, país salvaje, igual que hacen los americanos), palabras que rebotan en 50 estrellas, canción con regusto a The Jam, con añadido de violines y un recitado veloz y brincante.
Nos alimenta de electro-pop melancólico marca de la casa en Los ojos del insecto y en Escornabois
y no faltan tampoco las colaboraciones, como en la elegida como single Cráneo Roto, con la colaboración de Loveless Face o en la muy Family, San José de Cupertino y del espacio exterior a dúo con Evripidis Sabalis, una canción ensoñadora, flotante, voladora...
Y como todo disco acostumbra a tener su hit, y yo que soy un asiduo buscador de ellos (no confundir hit personal con hype), en este lo es, siempre desde mi gusto personal, la veloz El traje de bombillas, cancionaca con arranque de batería a lo The Ramones, redonda, pinchable y con una letra de amor de corte surrealista (dibujar los movimientos que tu traje de bombillas dibujó en la oscuridad, porque esta noche es primavera y ya pasó la Navidad), a la cúal estoy enganchado como a droga dura.
Este tio es un crack de mucho cuidado, asi que solo espero que se le entregue la atención merecida; y si no fuera así, el mundo se lo pierde... yo no.
qué grande es.
ResponderEliminartotalmente de acuerdo
ResponderEliminarBRAVO!
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