Ahora que tenemos el Primavera Sound a la vuelta de la esquina, y que personalmente no voy a pisar, aunque siempre agradeceré una buena reseña al respecto (a favor o en contra, claro está), y tras algunas conversaciones cercanas en el tiempo, voy a divagar sobre la retroalimentación que se generan entre sí los listillos de turno.
Que vale, que si, que el cartel del festival es estupendo, genial, extraño, todo lo que queráis, que no es un ataque al festival para nada, pero supongo que sí a muchos de los que lo pisarán,pero me apostaría un brazo que al 99% del público que allí irá, el 99% de los grupos le importarán una puta mierda, pero se comprarán una entrada a un precio indecente, por dos razones muy obvias.
La primera es entrar en el bucle de criticar a Franz Ferdinand y su inclusión en el cartel, cuando seguramente lo van a disfrutar a escondidas, (además de ser uno de los conciertos más disfrutables que servidor ha vivido), y segundo para plantarse en conciertos de grupos de nombre rocambolesco, ignorarlos completamente por insufrible, y después explicar a otra amistad o no, que ha vivido lo mismo, pregonando que ha sido el concierto de su vida, y generar una espiral alrededor de un grupo al que ni ellas/os ni nadie les darán más uso ni oídas más allá de un mes. Habemus Hype!, vaya. Supongo que este año los afortunados serán Beach House.
Tres cuartos de lo mismo pasa con el FIB, el cual ha recibido la ira talibana al incluir en su cartel a David Guetta, cosa ya ocurrida años anteriores con Kiko Veneno (que disfruté como un enano) y con Julieta Venegas, y que personalmente, aunque el pinchadiscos ese me gusta lo mismo que picarme los cojones con dos ladrillos, es de ciegos no saber ver un pedazo de cartel como el que nos ofrecen, y que durante el concierto/sesión de ese señor se puede aprovechar para ver otra cosa que te interese, digo yo...Como la teoría del mando a distancia de la tele, para cuando algo no te gusta.
Resumiendo, y siempre desde mi visión, que me temo que la mayoría de gente no compartirá, que la palabra indie para muchos es una actitud más que una etiqueta, un sello, unas ventas o lo que diga Pitchfork o Rockdelux, que también debe ser respetar a los mismos que encumbraron años atrás y ahora machacan (véase Franz Ferdinand), y no dar tanto bombo a gente que no sabe ni rascar una guitarra y que acaba de cabeza de cartel para regocijo de listillos de pro.
Admito que hubo una época en que me atrapó esa espiral de mierda estúpida, y que con el tiempo y la distancia, me parecen simplemente infantilismos innecesarios para engrosar un ego o un status en ciertos círculos, y que realmente no sirve de nada y menos para el bien de la música.
Como siempre que hago este tipo de escritos, aviso a navegantes que es solamente mi opinión y/o visión sobre el asunto, que no tengo que tener la razón, ni tan solo encontrar a nadie que comparta el más mínimo de los pensamientos que aquí dejo grabados, pero bueno, es lo que pienso, y para hacerme cambiar de parecer me temo que tendrían que mostrarme unos argumentos y unos hechos muy contundentes, que creo bastante imposibles de encontrar, en este falso empaque de tendencias más que de música.
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