Nunca me había pasado antes lo de soñar la noche antes de escribir una reseña, que hablaba con el artista en cuestión y le decía mi opinión al respecto y el mucho bien que me ha hecho su música e influencia a lo largo de mi recorrido vital y sonoro.
Le decía que mi favorita es Vos Trobava A Faltar, la que ya me he hecho todo un himno personal y les suelto algún fragmento a mis amigos de vez en cuando (también lo hago con lo de "amigos y conocidos, pocos y escogidos"), todo un canto a la supervivencia y al crecer a tu manera; que con Los Módena, además de dibujarme una sonrisa, me salvaba muchas noches de pinchadisqueo; o que me había hecho soltar alguna lagrimilla nostálgica con El Chico Que Gritaba Acid.
También le decía que su adoración por el northern soul quedaba perfectamente reflejada en Ella Me Salvó (Beber Sin Sed) y que si la editará en maxi-single bien la podría colocar junto a los discos de todos sus héroes: y que la verdad y la emoción que transpirá La Hora Del Brindis no está al alcance de muchos, y que era de ovación cerrada.
Tantas cosas le dije que seguramente dejó de escucharme a mitad de la conversación, cosa que por otro lado yo no voy a dejar de hacer, ya que canciones como las aquí incluídas son de una militancia total en la forma de disfrutar y entender la vida y la música. También le dije que no tardara tanto en sacar otro disco...Soñar es gratis.
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