La propuesta sonora de Marialluïsa ha sido desde un primer momento una bocanada de aire fresco en la escena independiente. Y todo sin demasiados aspavientos ni arrebatos de épica innecesaria para dar una profundidad que las canciones no tengan.
El dream-pop existencialista de Estrés, en la que sueltan verdades como puños ("som l'estrés del món, l'ésser que ho vol tot"; el romanticismo y la pasión (relajada en cuanto a sonido) de Nord; o la delicatessen que es Miracle, son buenos ejemplos de lo necesario del folk-pop bucólico de los de Igualada en los tiempos que corren. Material para degustar sorbo a sorbo y sin prisa. Valdrá la pena el viaje.
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