Mirad, llegados a este punto, ya no dejaré que nadie diga más que Ivan Ferreiro es el Thom Yorke nacional, sino que Thom Yorke es el Ivan Ferreiro británico.
Y es que, si con Piratas ya no fueron capaces de entregar un disco malo, en su carrera en solitario, Ivan va creciendo y creciendo, hasta llegar a lo que es, al menos para servidor, casi como un Dios de la música y espero y deseo que nadie me tache de exagerado.
En este trabajo se deja de hostias y va a lo que va, y además va enfadado, muy enfadado. Y ya sea por mi momento vital o por lo que sea, me esta llegando tanto o más que de costumbre.
Tal vez no sea tan perfecto como Canciones para el tiempo y la distancia, pero, ni falta que le hace. Es un mundo aparte, el es un artista aparte y sus canciones son nuestro mundo aparte.
Cabaret, nos muestra una atmósfera decadente y un sonido de music-hall agresivo, casi tanto como en la letra, Canción de Navidad es otra muestra de esas obras que solo el es capaz de hacer, con rimas con una genialidad que no parece humana,(por eso si me miras, si me das fuerte la mano, conseguimos separarnos, ya no ser humanos, convertimos las paredes en ventanas que inventamos y follamos en el cosmos, como siempre hemos soñado). En Canción Jurídica invita a pecar a su amada, en Fahrenheit 451, se carga de un plumazo a toda la gente falsa y por lo que me huelo a muchos productos prefabricados de la maltrecha escena nacional.
También es capaz de regalarnos una nana, sin perder su personalidad ni un segundo, ni sonar cursi, ni tan sólo maniequista, como tantos otros que lo han hecho con desastrosos resultados en La Jetée. Ironiza para el título de una canción de esas tristres, de despedida, de amores rotos, en Luna de miel, nos avisa que todo tiende a lo peor en algún momento en la maravillosa Paraísos Perdidos, y aprendemos de nuevo que no se puede añorar lo que no se ha tenido.
Perdidos, osaría decir que es una canción metáfora sobre el amor, usando la pesada serie de excusa. Picnic al borde del camino, una delícia de algo parecido al folk acústico, con enfado incluido (...y aunque todos me veían en caida, yo sabía que volaba mucho más, nunca sabréis ni de lejos lo que siento, no me importa lo que penseis desde ahí). Y me reeencuentro con el Ivan de siempre en Puro Nervio, mi favorita de momento, si elegir, ahora por ahora fuera posible y una canción de amor camuflada en el tiempo y la distancia, como es la maravillosa Relamida.
Un discazo de pé a pá, redondo como la mismísima tierra y con Ivan Ferreiro tremendísimo, genial, incontrolable, agresivo y rebelde, el que nos gusta. Pero aunque no fuera así, también nos gustaría, asi que dejaros llevar, por el que será para mí, mi disco del año, del lustro, de la década y de lo que quiera ser y que me acompañará en tantas batallas como hace siempre esta menuda fuerza de la naturaleza.
10 sobre 10.
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