Cuando se admira tanto a un artista, la objetividad queda en un segundo plano y simplemente hay que dejarse llevar por las canciones y en este caso, por su discurso siempre coherente, siempre valiente y disfrutar de que haya tenido a bien compartir sus adentros con tod@s nosotr@s.
Nos sorprendió a modo de avance con Raros, un tema rompedor en el que no se deja nada en el tintero y en el que sonoramente puede estar cerca de los últimos pasos de unos León Benavente y en la que suena hasta un vocoder del que se ocupa Sergio Pérez de Svper. Un pepinazo sin complejos no apto para pieles finas.
Siempre me gusta remarcar esas canciones que desde la primera escucha consiguen mi fijación absoluta, que aunque en casos como el que nos ocupa sea muy complicado. En esta ocasión ha sido Casino Classic, de la que me he aferrado a ese empático "dadme caos, siempre me funciona bien" a modo de mantra. Claro que es imposible no rendirse a canciones como Graduado, la que me transporta a esos canciones entrañables de Harry Belafonte; Chill Out, en la que encontramos a un Miqui vomitando sinceridad en momentos como "ganas de nada otra vez, ganas de nada, ya ves"; o Hunos, en la que en poco menos de tres minutos nos hace un viaje nostálgico por tiempos pasados (¿mejores?).
Siempre me gusta remarcar esas canciones que desde la primera escucha consiguen mi fijación absoluta, que aunque en casos como el que nos ocupa sea muy complicado. En esta ocasión ha sido Casino Classic, de la que me he aferrado a ese empático "dadme caos, siempre me funciona bien" a modo de mantra. Claro que es imposible no rendirse a canciones como Graduado, la que me transporta a esos canciones entrañables de Harry Belafonte; Chill Out, en la que encontramos a un Miqui vomitando sinceridad en momentos como "ganas de nada otra vez, ganas de nada, ya ves"; o Hunos, en la que en poco menos de tres minutos nos hace un viaje nostálgico por tiempos pasados (¿mejores?).
Sería injusto dejar de nombrar el resto y menos en regalos como este 15 Canciones de Amor, Barro y Motocicletas (o en toda la discografía del de L'Ametlla del Vallés), en las que es imposible no sentir empatía entre sus lírica tan de verdad, en la que cabe la melancolía, el hedonismo, el costumbrismo y una sinceridad poco habitual ya en los artistas de hoy en día. Los discos de Miqui Puig hay que escucharlos siempre y cada vez de pé a pá. Es un grande, ¡y punto!.
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