Pocos músicos habrá en nuestra escena con un mundo propio al nivel del de Gonzalo Fuster, cuerpo y alma de El Ser Humano, artista que maneja una lírica de lo más especial, que navega entre el surrealismo y las emociones más mundanas de un modo al alcance de muy pocos, perfectamente escudado por Dani Odisseu.
Y este nuevo trabajo ha decidido partirlo en tres ep's, cada uno en manos de un productor diferente, y que a pesar de ser cada uno hijo de su padre y de su madre, el conjunto goza de una homogeneidad total debido en buena parte a la credibilidad forjada con tiempo y talento de nuestro protagonista.
Pero vamos las canciones, y empecemos por el EP1, el que produce Sergio Devece, en el que celebra la vida en todo su camino, y que cuenta con piezas del calibre de Amigos, la que va expandiéndose a la largo de su duración, y que se nos va metiendo directa a la piel y la patata tanto por la forma de transmitirla como por esos coros espectaculares que son capaces de poner en alerta al más pintado. La intensidad de Accidente, con trazos afortunadísimos como "no se puede cambiar, un destino tan recto, siendo consecuente, solo pido que me dejen en paz" o "con ese ruido obsceno que las redes intentan atrapar, nos impedirá perseguir la verdad por la posibilidad de imaginar", al alcance de bien pocos; Morir y Desayunar, una especie de road movie metafórica contra la muerte, y que sonoramente podíamos calificar de post-punk; y Maten Los Dioses, que de entrada me recordó tanto en timbre como a medida de su desarrollo a los trabajos más brit de Mikel Erentxun, artista por el que servidor tiene desde siempre rendida admiración.
Seguimos con el EP2, dedicado a la muerte tanto en sentido literal como figurada, que produce Román Gil, y al que dota de un tono elegante pero igualmente intenso. Por la temática, y siendo quien escribe estas líneas un hipocondríaco de agárrate y no te menees, el que menos he dejado que me atravesara, y en la que destacaría especialmente El Juicio Final, la que he imaginado a dúo con otro valenciano ilustre como Tórtel por su timbre parecido y por sonido; y Mar, en la que sirve del título de algún modo como imagen del fin de la vida, es un temón aunque hable de lo que habla (es cosa mía) emociona de veras.
Y vamos a por el EP3, del que se encarga Fede Sesentaynueve de Schizophonic, y en el que toca temáticas como las emociones, la religión, los placeres, o sea todo lo que hace vivir, disfrutar, dudar o creer a los seres humanos. De este último subrayaría la inmensa Rimar, con la que presentó este trabajo, con una atmósfera sonora que puede hacer pensar en John Carpenter y sus bandas sonoras y en la que se autoreivindica como artista diferente; y Siempre Quiero Más, en la que su forma casi recitada y su sonoridad fronteriza que podrá llevarnos a bandas como Calexico, epata e impacta de modo inmedito.
Una muestra más del talento de este artista, que marca distancia por diferencia (de la buena) y por seguir únicamente su propio camino. Y atentos que tiene nuevas canciones bajo el alias de Gran Camino, y del que esperamos no tardar demasiado en dar rendida cuenta.
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