Ya desde la portada, te seduce ese diseño vintage con una gramola como principal protagonista a cargo de Joan Mateu, y en la que ya se puede adivinar el buen gusto que maneja la banda y que queda latente en este trabajo corto pero intenso de Pont Saint Esprit.
Arranca con el poso de melancolía implícito en ese ritmo pausado de My Name Is Nobody, perfecta para esos personajes a los que nos hacen creer que no somos nadie, y que en sus desarrollos vocales nos puede incluso recordar a R.E.M., algo que también sucede en la hermosa Springtime Resurrection, una verdadera delicatessen.
Se nos ponen un poco juguetones en P.E.S., perfecto ejemplo del sonido de la FM Americana, armada de un estribillo y un desenlace de lo más resultón; el toque jazzístico de My Newest Disguise, con especial protagonismo para la guitarra acústica, y que a pesar de su velocidad sutil trasmite una calma especial.
La para mí más complicada del disco, la densa Bipolar, que a pesar de eso me recuerda a la interpretación que hacían Nirvana del Penny Royal Tea en el Unplugged in NY, aunque sea la que más me cuesta de este Sweet Pukes. Rematan con la posiblemente más pop, What Kind Of Life Is This? , una de esas de cantar sentados en la arena de la playa a finales de verano y que contiene esa misteriosa belleza de los primeros o los últimos rayos de sol. No les dejéis escapar...
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