Una semana es lo que lleva este primer largo oficialmente entre el gran público de este trio de electrónica con afán de adaptarse a muchas orejas diferentes. Drink The Sea, es como muchos de sus congéneres, una mescolanza de influencias recientes de las que uno puede señalar directamente con el dedo sin miedo a equivocarse con modificaciones a título personal que también lo hacen diferenciable.
Solo los primeros segundos del primer corte Animus Vox dan a pensar en The XX, con ese bajo simple y oscuro. De hecho, muchos de los ambientes y trasfondos relacionan de alguna manera con éstos, el disco está plagado de momentos de medio tiempo, de paisajes oscuros y de percusiones básicas.
Pero no se equivoquen. Hay bastante más. El recrujir y retorcer de los sonidos sintéticos son del imaginario de Ratatat (atentos a temas como How To Be Eaten By A Woman o Fistful Of Silence) con esas emulaciones de leads guitarreros pasados por distorsiones digitales, y las partes más contundentes y los bajos y leads extra-comprimidos casi son dignos de los franchutes Justice. Existen intentos de aproximación a esos ritmos y acordes de ambiente Nosaj Thing en un par de pistas (sobretodo de Drive It Like You Stole It). También parecen intentar un poco la evolución lógica de bandas como Zero 7. El resultado final, por eso, es algo diferente a todos estos predecesores.
Como buenos pintores, también se fabrican sus propios colores y técnicas para trabajar la pista de audio de manera distintiva. Destaca la ausencia casi total de vocales, exceptuando algun sampleado en momentos puntuales y el tema Between Two Points. El uso de pads FM desafinados también transportan a muchos sonidos de los 80. Pero quizá lo más llamativo es lo evolutivo de los temas, que sin ser extremadamente largos, si van metamorfoseando durante la duración de los mismos, cosa que mantiene su interés a lo largo y ancho de este Drink The Sea.
El resultado final deja entrever que este no es un disco de pista de baile, ni mucho menos. Como con Ratatat, es difícil entenderlos para mover el culo. Sin embargo, este nueva hornada de experimentos como de disco slow-motion parecen tener su sitio en casa. Prueben. El disco está en Spotify.
Solo los primeros segundos del primer corte Animus Vox dan a pensar en The XX, con ese bajo simple y oscuro. De hecho, muchos de los ambientes y trasfondos relacionan de alguna manera con éstos, el disco está plagado de momentos de medio tiempo, de paisajes oscuros y de percusiones básicas.
Pero no se equivoquen. Hay bastante más. El recrujir y retorcer de los sonidos sintéticos son del imaginario de Ratatat (atentos a temas como How To Be Eaten By A Woman o Fistful Of Silence) con esas emulaciones de leads guitarreros pasados por distorsiones digitales, y las partes más contundentes y los bajos y leads extra-comprimidos casi son dignos de los franchutes Justice. Existen intentos de aproximación a esos ritmos y acordes de ambiente Nosaj Thing en un par de pistas (sobretodo de Drive It Like You Stole It). También parecen intentar un poco la evolución lógica de bandas como Zero 7. El resultado final, por eso, es algo diferente a todos estos predecesores.
Como buenos pintores, también se fabrican sus propios colores y técnicas para trabajar la pista de audio de manera distintiva. Destaca la ausencia casi total de vocales, exceptuando algun sampleado en momentos puntuales y el tema Between Two Points. El uso de pads FM desafinados también transportan a muchos sonidos de los 80. Pero quizá lo más llamativo es lo evolutivo de los temas, que sin ser extremadamente largos, si van metamorfoseando durante la duración de los mismos, cosa que mantiene su interés a lo largo y ancho de este Drink The Sea.
El resultado final deja entrever que este no es un disco de pista de baile, ni mucho menos. Como con Ratatat, es difícil entenderlos para mover el culo. Sin embargo, este nueva hornada de experimentos como de disco slow-motion parecen tener su sitio en casa. Prueben. El disco está en Spotify.
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