El esperado retorno a la psicodélia del grupo, lo es pero no tanto, o sea, matizando, que no abandonan la canción redonda y cargada de sentimientos de los últimos discos, sino que aúnan todo lo aprendido en el camino, incluso osan colar una instrumental, la muy sixties Negroni, como hacían nuestros admirados Kula Shaker, a los que vuelven a recordarnos en muchas partes de este trabajo discográfico.
Hit-singles redondísimos como Tormenta de arena, con esa intro más propia de unos MGMT que de ellos mismos y una de esas marca de la casa, lo mismo que A Mil Años Luz, coreables hasta la saciedad y lo mejor de esto es que no optan por ninguna de esas para single, sinó por El Bosque, donde se recrean en una amalgama de guitarras, coros más propios de otros tiempos, donde se vislumbra desde Hendrix a los The Doors, y no lo ponen fácil a los seguidores de temporada.
Otra pequeña delicatessen ya desde su arranque es Bajo un cielo azul (de color celofán), donde los juegos vocales maravillan al más pintado y que enamoran con párrafos como "todos mis diamantes y el champán por unas migajas de su pan", donde es muy fácil imaginar a Audrey Hepburn protagonizando la historia.
Alma de goma, que esconde retazos de letras de The Beatles, a los cuales suenan totalmente en Perros (también en versión demo, más desnuda); Carnaval, que es pura carne de directo o No mires atrás con recursos a lo Morricone y unos teclados lisérgicos brutales, redondean uno de sus grandes trabajos como grupo, en el cual evidencian que escogen el camino difícil y con el que perderán quizás algunos oyentes de El Incendio y Costa Azul, pero mantendrán tranquilamente a los que les seguimos desde el primer día, desde ese BAM'97, donde destacaron entre la marabunta de grupazos.
Un pasito hacía atrás y veinte hacía adelante de un grupo con sonido propio, personalidad y talento para mucho tiempo...esperemos. Como punto negativo, quizás esa portada extraña, que supongo que tendrá algún significado oculto.
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