Mi fiel compañero estos últimos días, en que mi estado anímico deja mucho que desear ha sido este The Defenestration Of Saint Martin, albúm de arrebatadora belleza en todos y cada uno de sus poros.He leído por ahí, que el grupo que lideraba Rossiter, los míticos Gene, tuvieron mala suerte, pero esas mierdas solo las dicen quien se rige por reglas estrictamente comerciales.
Personalmente me parecían de los únicos grupos brit de los 90 que siguieron con señorío el camino de pop adulto e inteligente abierto por The Smiths.
Yo los descubrí gracias a quien era mi pareja en ese tiempo (gracias Rake), como tantos otros grupos; y me entraron sobre todo por la voz, que me pareció desde la primera escucha a Deluxe (Xoel López), que la tenía casi calcada, cosa que después supe que los tenía de referencia musical.
Este disco, una década después del último con su banda y con varios desengaños a sus espaldas, es algo inesperado, por bonito, por intenso y por todo, ironía incluida. Prueba de esto último es I Must Be Jesus, en la que la utiliza para burlarse de algún modo de las ganas y fuerzas de cuando eres un niño de sentirte superior a todo, de ser el mismísimo Jesucristo; o también la valentía anti-radiable de hacer una canción gigantesca de más de 10 minutos a voz y piano (como todo el disco, vaya) y que no decaiga ni un segundo su poder, en esa gema del pop que es Three Points On A Compass.
Ahora mismo me considero totalmente enganchado a Drop Anchor, la que escucho de forma continuada una y otra vez, y en todas ellas no puedo evitar que los ojos se me pongan llorosos. Un disco perfecto de cabo a rabo, de la primera a la última canción, y el cual lamento no haber descubierto con unos meses de antelación, ya que probablemente hubiera sido mi disco internacional favorito del 2012.
Unas teclas y una voz que se te enclavan en el corazón y en el alma...
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