lunes, 14 de diciembre de 2009

[Disco] Mike Oldfield - Amarok (1990)

Finales de los 80. El pop de sintes hortera (en voz baja) estaba viviendo sus últimos dias de gloria, y subido en el carro nos encontramos a Mike Oldfield, intentando colocar un producto que no sé yo si el hombre se lo creyó nunca demasiado. Pero en Islands (1987) -y en el que colabora con Bonnie Tyler, por cierto- había algo que todavía alentaba a sus fans: The Wind Chimes. Era una composición instrumental de 20 minutos donde giraban melodías y experimentos entre sonidos sintéticos que, curiosamente, ahora vuelven a escucharse en trabajos muy recientes. Además, ya se avistaba Seattle como parte del panorama, a parte de lo que estaba cociéndose en Inglaterra. Oldfield, además, casi cerraba un ciclo larguísimo de su contrato con Richard Branson (Virgin), con quien se llevaba a matar (aunque alguno diga lo contrario).

Que este párrafo sirva de introducción geotemporal al que, en mi humilde opinión, es el disco más original, minucioso y completo de una de las mentes más geniales de la música contemporánea, pues es injusto -pero merecido- que al hombre se le recuerde por memeces como To Be Free (qué puñetas se le pasaría por la cabeza). Amarok vio la luz en 1990, un disco que aprovecha lo mejor de cada casa y que salió por la puerta de atrás, por no estar ni en el momento ni en el lugar.

El disco, en lo musical, es un tema de 60 minutos (y que impacientes nos hemos vuelto) en permanente cambio, que explota las técnicas de grabación de los 90, y todo el rango dinámico del formato CD, algo que uno echa en falta muy a menudo en estos dias que corren, en los que se aprovecha hasta el último decibelio que entra. De momentos totalmente sutiles a partes totalmente eléctricas, aptas ahora solo prácticamente para audiófilos, con un uso muy inteligente del volúmen.

Su estructura, atípica incluso dentro del género, no hace más que reforzar la originalidad del trabajo: pequeñas piezas entrelazadas de gran cantidad de estilos -del folk, pasando por ritmos africanos, a flamenco- que se van entretejiendo a lo largo de la gran pieza final, con variaciones y reescrituras de leit motifs construidos en cuidadas melodías (otra cosa que echo en falta, aunque creo que esto ya lo dije en su dia) y experimentos totalmente desquiciados que me recuerdan siempre a lo que en su dia fue el Caveman's Song de su ópera prima.

Oldfield grabó casi la totalidad del disco, des de los pianos y sintes, las percusiones, los juguetes y objetos (algo muy poco usual para el año 90, y que siempre he visto como un predecesor de la toytronica a lo Psapp), pero sobretodo lo que realmente sabe ejecutar: las guitarras. Es difícil encontrar en otro disco una paleta tan bien seleccionada de sonidos eléctricos y acústicos conviviendo en el mismo trabajo. El disco está escrito en el particular lenguaje instrumental de Oldfield.

Al César lo que es del César: a mi parecer, fue el momento más inspirado del músico, exceptuando su época Tubular Bells (disco que he omitido durante todo el texto para no tirar atrás a más de uno)/Ommadawn, y que dista de su faceta actual de chill out más bien facilón. Hace años que escuché este álbum por primera vez, y cada vez que me propongo recuperarlo, encuentro un detalle que no había oído antes. Un trabajo no apto para impacientes, pero altamente recomendado.

Y como apunte final, hay un par de jugarretas para freaks insertadas en el disco que sirvieron para insultar a Branson, como parte de su salida de Virgin. Solo vendió 50.000 discos mundialmente.

> Puedes escuchar Amarok en Spotify.
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1 comentario:

  1. Suscribo que da mucha rábia que se siga recordando a Mike Oldfield como el pesado de las campanas tubulares. Te puede gustar más o menos pero lo que hizo este tio con sus cuatro primeros discos (Tubular Bells, Hergest Ridge, Ommadawn y Incantations) es genial. Y Amarok también.

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